Gracias a una renovada historiografía, el crédito se ha venido perfilando en los últimos decenios como una de las categorías centrales del mundo económico, social y político de la Europa de los siglos XVI y XVII. Los circuitos de abastecimiento y de destino del crédito atraviesan toda la sociedad sobre un telón de fondo en el que se alternan embriones de racionalidad económica con lógicas de reciprocidad y vecindad.